Será que el destino está plenamente relacionado con el hecho de levantarse aquél día con el pie izquierdo; María podría responder esa pregunta, lo que pasa es que ella no recuerda con que pie se levantó. No recuerda ni cómo era el clima, ni si desayunó en su casa o en el descanso de su jornada. Pero mirando atrás, sabe perfectamente que ese día, su vida cambió.
A las tres de la tarde cuando la fila disminuía y el banco se vaciaba sucedió ese hecho que la tiene alejada de su tierra y viviendo en el limbo de no ser ni de aquí ni de allá.
Siempre hubo un buen recuerdo que se chocaban con malos que la dejaban en un estado de plena melancolía.
Los atracadores entraron rápido, hicieron tiros al aire, la gente quedó inmovilizada, el guardia de seguridad con las manos en alto, recibió un tiro que lo tumbó en el suelo gritaba –No me maten-.
Era día de quincena, las cajas estaban llenas. María se arrodilló en posición fetal, mirando el suelo, escuchando todo: Los tres balazos más, los gritos del guardia de seguridad, los de sus compañeras en la caja, los insultos de los atracadores a todos allí y el miedo de todos incluido ellos.
-Hijueputa las que he pasado- en una sonrisa borra cualquier situación verídica de mala vida a lo largo de la suya, no parece que alguien de actitud tan optimista haya vivido algo semejante. El tiempo cura pero las cicatrices quedan, me dijo alguien.
El ser empleados los hizo ser sospechosos, y fueron visitados uno a uno por la policía, con interrogatorios que lograron poner nerviosos a todos; y más aún cuando dos de ellos fueron elegidos para repetir en la comisaría de Bello. María se ganó el amargo sorteo, quién sabe por qué, pero a las tres de la tarde prestó declaración ante Serrano y Martelo, Investigadores del D.A.S.
jueves, 24 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario