Es una pregunta que me hago siempre que termina mi contrato, o cuando salgo de broca con el jefe de turno.
Las historias son infinitas como la del encargado que se robaba el bote en las narices de los demás camareros hasta las entrevistas a futuros comerciales adoctrinados, que a las nueve de la mañana asustan a los vecinos con el grito militar VENDER,VENDER,VENDER.
La semana pasada fue una locura, mi última entrevista fue el jueves en un call center donde al ritmo de perrea, perrea; sonababa una campana precedida por un aplauso por la venta que hizo alguno de mis futuros compañeros.
lunes, 10 de marzo de 2008
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