Mi novia quería hacer unas pizzas al estilo napolitano, llevan anchoas, tomate, queso y alcaparras. De los pocos ingredientes teníamos todo excepto las alcaparras, sólo habían tres flotando en el vinagre del pequeño frasco. La aventura de una tarde de domingo en búsqueda de un frasquito de alcaparras apenas comenzaba. En la tienda del pakistaní no había, era la única opción, la otra era buscar en otra tienda pakistaní a más de dos kilómetros de distancia, aún así emprendí mi camino en busca de las alcaparras perdidas. A mitad de camino apareció un supermercado de productos ecológicos al que nunca me había atrevido a entrar. Le pregunté a un dependiente por alcaparras y me mandó al fondo de la tienda, allí estaba el frasco, pequeñito como todos, decía alcaparras ecológicas, debajo un cartelito anunciaba el precio, 5,40 euros. Me quedé inmovil ante ese pequeño cartel, pensaba en en el único billete de cinco euros que llevaba en el bolsillo, en la caminata hacia el Raval. Revisé los ingredientes para ver si estaban rellenas de algo, pero nada. Puse el frasco en su sitio y me lo quedé mirando. Un ¡Tienen huevo! Se repetía a cada paso hasta llegar a la casa con un frasco de alcaparras comprado en otro barrio con un precio, a pesar de ser inflado mucho más barato que las ecológicas.
La anécdota de las alcaparras, se puede dar como una definición del gran negocio de la contracultura.
Actualmente la contracultura se puede definir como un estilo de vida que defiende la individualidad contra la uniformación, muy diferente al estar en contra de la cultura establecida, como se entendía antes.
Veamos un ejemplo. ¿Qué ha pasado con los hippies? Se puede decir que la generación hippy, buque insignia del movimiento contracultural, ya ha tenido su oportunidad de gobernar, Tony Blair, Andrés Pastrana, Nicolas Sarkosy , si bien muchos de los actuales gobernantes a nivel mundial, no vivieron en una comunidad apartada, si coquetearon con los ideales de paz, amor y derrumbe de toda central nuclear que hubiera en el horizonte. Todo se quedó en una revolución que se acabó cuando el cigarro de marihuana ya quemaba los labios. La juerga terminó y el sueño por un mundo mejor quedó atrancado por el nudo de la corbata. La decepción y la traición a los ideales puede ser la respuesta más cercana a lo sucedido con toda una generación y no hay nada más alejado de la realidad. Lo único que sucedió con el hippismo al igual que con muchos otro movimientos fue que el sistema los absorbió. Es decir de la lucha emancipatoria se ha pasado a la esfera del ocio y del simplemente diferenciarse a través de la individualidad, soy diferente por tener unas converse, soy diferente por escuchar a los Pixies, soy diferente porque compro alcaparras en un supermercado ecológico. El anhelo de diferenciación forma grupos que los economistas llaman mercados y a la larga clientes.
No hay diferencia alguna entre los Emos, Góticos y Raperos, actuales tribus urbanas que a través de estilo de ropa, tipo de música buscan rebelarse ante la norma establecida, el resultado son tiendas con ropa especial para cada grupo y marcas creadas para satisfacer la demanda. La consigna de que el mundo actual es una mierda consumista queda sin ninguna base al ir a comprar el último de Rage against the machine.
Kurt Cobain, líder del trío Nirvana, terminó sus días, dicen las malas lenguas, asesinado y con la gran pregunta de no saber si era un Rock Star o un fenómeno alternativo que se desbocó. Y llegamos a un punto muy importante, todo lo acompañado con la palabra alternativo, conformista, borregos y ovejas vende mucho. Los anuncios de los medios de comunicación no hacen otra cosa sino invitarte a abandonar la rutina, no conformarte, ser exclusivo, ser diferente. Eso de hacer creer al consumidor ser Marlon Brando encima de una Harley, es una vieja y efectiva arma publicitaria para hacernos comprar. En su lucha contra no querer decepcionar a aquellos que vieron sus primeros conciertos Kurt Cobain llegó a hacer una portada para la popular revista Rolling – Stone vistiendo una camiseta que decía: Las revistas juveniles no molan o (en barranquillero) Las revistas juveniles son barras.
LOS HIPPIES PIJOS O BOHEMIOS BURGUESES
Toda la cantaleta anterior, originada por un frasco de alcaparras termina su curso en los más próximos gobernantes y que ahora son un simple “movimiento contracultural” representativos de la izquierda más light y perfumada. Los llamados bohemios burgueses en Francia y llamados de mil y un maneras en España y cuyo término más adaptado a la jerga ibérica puede ser hippies – pijos, cabe decir que este subgrupo, formado como todos en un afán de distinción, encuentra su representación política en el partido socialista español. Se encuentran en antiguos barrios obreros que de la noche a la mañana por producto de la especulación y de su presencia se convierten en barrios exclusivos con un aire fashion y moderno. El pensamiento progresista de los moradores de estos barrios va alineado a una posición política de izquierdas totalmente contradictoria, en la que tiendas de comercio justo, tiendas de Custo, retaurantes con estrellas michelin y claro, supermercados ecológicos con alcaparras de cinco euros; conviven en un mundo teletubbie nada real. El alto poder adquisitivo de los hippies- pijos hace que todos los ideales que representa la izquierda se vayan al carajo apenas el gobierno de turno eleva los impuestos. Conocí uno que me contó todas sus peripecias para poder evadir impuestos, aunque él abiertamente se declaraba socialista en favor de los derechos de los homosexuales, y claro de los inmigrantes, seguramente lo decía porque estaba yo, su amigo el sudaca.
En un mundo donde los secretos parecen imposible me he chocado con una noticia nada agradable que confirma mis sospechas. Pedro Almodovar tiene una SICAV, y eso qué es, se preguntaran. Las SICAV son sociedades anónimas de inversión colectiva especiales para grandes cantidades de dinero y con beneficios tributarios muy parecidos a los de cualquier paraíso fiscal. Las SICAV fueron creadas para evitar la fuga de capitales, para abrir una sólo necesitas 2´400.000 euros (y yo peleando por alcaparras de cinco euros) Lo sorprendente es que quien la tiene es precisamente la persona que me hizo creer que todos en España eran de mente abierta y progresista.
Pertenecer al partido socialista en España deber ser una tarea poco agradable, los políticos socialistas son equilibristas que desde abajo le mandan balonazos, hay que tener contentos a todos, empresarios, obreros, funcionarios, inversionistas, sindicalistas. Dando un permanente discurso a favor de los trabajadores e incumplido desde siempre, prendiéndole una vela a dios y una al diablo , condenando los ataques de Israel a Palestina y sin embargo vendiéndole armas al estado israelí; dándole beneficios fiscales a los propietarios de grandes cuentas y llenando de impuestos a los trabajadores y así la rosa empuñada por los socialistas poco a poco se convierte en una lampara maravillosa que cumple los deseos de todos aunque casi siempre salgan más jodidos los de siempre.
Desde acá leo las noticias de Colombia, supongo que el barrio hippy – pijo de Bogotá debe ser la Candelaria el de Barranquilla será El Prado o algún sector recuperado del centro, hay posibilidades de que la izquierda gobierne en Colombia por primera vez, quién sabe, lo que me queda claro es que no es de izquierda aquél que lleva puesta la camiseta del Ché y de manera repentina le dan ganas de mear cuando llega la hora de pagar las cervezas. Y todo esto por un frasco de alcaparras.
Fuente: Rebelarse vende, Joseph Heath y Andrew Potter.
miércoles, 26 de octubre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)